martes, 20 de julio de 2010

La Revolución Sandinista y su continuidad histórica

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La Revolución Sandinista y su continuidad histórica

Fredy Franco

END - 21:37 - 19/07/2010


La revolución como fenómeno de transformación radical y progresista de la sociedad, siempre es vigente en tanto se necesita cambiar completamente el sistema predominante, el status quo, para dar paso a un nuevo sistema que cambie de plano las injusticias, las desigualdades y la deshumanización introducidas –en este caso- por el capitalismo a nivel global en la presente era, que no solo ha deshumanizado todas las relaciones, sino que, al poner en peligro la vida del planeta, pone en peligro a la misma humanidad.

En la era moderna, el paso cuestionador en términos revolucionarios iniciales al sistema capitalista se dio con la Comuna de París en 1871, y la Revolución Bolchevique de 1917, y se continuó con las experiencias socialistas en Europa del Este, Asia, África y América Latina desde mediados del siglo XX. En América Latina entre las revoluciones que han proclamado la construcción de un nuevo sistema social están la Cubana de 1959, la Sandinista de 1979 y la Bolivariana de 1998.

La Revolución Sandinista inició un proceso de transformación de las estructuras, relaciones y privilegios venidos desde la época colonial, de la dominación imperialista, oligárquica y capitalista en Nicaragua, que de 1934 a 1979 tuvo representado por la dictadura somocista.

El derrocamiento de la dictadura somocista el 19 de Julio de 1979 estuvo un proceso de transformación revolucionario, previsto desde sus inicios por el FSLN y su principal fundador, Carlos Fonseca.

El magno objetivo de la revolución sandinista proclamado por Carlos Fonseca era (y es) el socialismo, pero para llegar a él se debía transitar por una larga etapa de liberación nacional que implicaba una profunda e integral democratización de la sociedad y el logro de la independencia, soberanía y autodeterminación como nación, introduciendo elementos del nuevo sistema social en ese proceso de construcción revolucionaria. Y bajo esa concepción se avanzó en la revolución en los años 80.

La revolución del 79 no solo avanzó en construcción de la verdadera democracia en lo político, haciendo real la democracia representativa (electoral) sino avanzando hacia otras expresiones de la democracia, como fue la democracia participativa, también avanzó sustantivamente en la democracia social por los niveles de justicia e igualdad social experimentados a través de las políticas sociales y los derechos alcanzados; hubo democratización económica porque el estado se convirtió en rector del desarrollo económico-social, se transformó el sistema de propiedad con la reforma agraria y urbana en el país, con el establecimiento de un sistema de propiedad y producción colectiva, cooperativista, y la creación de instituciones y políticas que priorizaron las alternativas populares, sociales, públicas y colectivas del desarrollo económico social de Nicaragua. Hubo democratización cultural, el pueblo accedió sustantivamente a la educación y a la cultura, se rescató y se trabajó por la consolidación de la cultura nacional y la identidad nacional.

Se creó un nuevo Estado y un nuevo ordenamiento jurídico sustentado en la Constitución de 1987, que empoderó al pueblo. Se crearon nuevas instituciones que se pusieron al servicio del pueblo y del desarrollo de una sociedad y también de una nación incluyente a través de la Autonomía de la Costa Caribe nicaragüense. Se creó un nuevo Éjército y una nueva Policía al servicio del pueblo, con vocación patriótica y humanista.

Con este esfuerzo transformador se sentaron las bases y se avanzó hacia el establecimiento de un nuevo sistema social que comenzó a dejar atrás la exclusión social, la pobreza, el atraso y la dependencia externa.

El revés electoral de febrero de 1990 –sobre todo condicionado por factores adversos enfrentados y vividos con el bloqueo y la guerra- no fue la derrota de la revolución, sino una experiencia nueva que había que atender y resolver para avanzar más rápidamente.

Desde 1990 se “gobernó desde abajo” para indicar que seguía viva la llama de la revolución. Se luchó intensamente en todos los frentes para defender las conquistas de la revolución, resistir y enfrentar el neoliberalismo. La lucha sostenida y consecuente del FSLN, junto al descrédito de los gobiernos neoliberales y de otros factores, posibilitaron el arribo de nuevo al gobierno nacional por parte del FSLN en el año 2007. Eso ha significado darle continuidad a la revolución en las nuevas condiciones históricas que ha permitido el restablecimiento de los derechos sociales, económicos, políticos y culturales del pueblo nicaragüense, y la búsqueda de condiciones y transformaciones que permitan hacer avanzar más rápidamente hacia el establecimiento de un nuevo sistema social en Nicaragua.

En esta II Etapa de la Revolución Sandinista, se le dado continuidad a lo iniciado en 1979, con transformaciones que buscan el cambio de sistema, única garantía para construir la Nicaragua justa, solidaria e igualitaria que necesitamos y por la que lucharon, se sacrificaron y murieron miles de nicaragüenses. En honor a ellos, la lucha contra el neoliberalismo y por la construcción del socialismo, sigue siendo la bandera estratégica que debe unir y movilizar a todos los sandinistas en Nicaragua en todos las batallas, incluida la batalla electoral de cara noviembre de 2011, que debe permitir que el FSLN alcance una significativa mayoría política para profundizar la revolución.

fuente: El Nuevo Diario del 20 de julio de 2010.

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